Monarquía Romana
La monarquía romana fue la primera forma política de gobierno de la ciudad estado de Roma, desde el momento de su fundación el 21 de abril de 753 a. C., hasta el final de la monarquía en el 510 a. C., cuando el último rey, Tarquino el Soberbio, fue expulsado, instaurándose la república romana.
Antes de la etapa republicana e imperial, Roma fue una monarquía gobernada por reyes. Todos los reyes, excepto Rómulo por haber sido el fundador de la ciudad, fueron elegidos por la gente de Roma para gobernar de forma vitalicia, y ninguno de ellos usó la fuerza militar para acceder al trono.
Los escritos clásicos de Roma hacen difícil la determinación de los poderes del rey, ya que refieren que el monarca posee las mismas potestades de los cónsules. Algunos escritores modernos creen que el poder supremo de Roma residía en las manos del pueblo, y el rey sólo era la cabeza ejecutiva del Senado romano, aunque otros creen que el rey poseía los poderes de soberanía y el Senado tenía correcciones menores sobre sus poderes.
Lo que se conoce con certeza es que sólo el rey poseía el derecho de auspicium, la capacidad para interpretar los propósitos de los dioses en nombre de Roma, de forma que ningún negocio público podía realizarse sin la voluntad de los dioses, dada a conocer mediante los auspicios. El rey era por tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Tenía el poder de controlar el calendario romano, dirigir las ceremonias y designar a los cargos religiosos menores.
Más allá de su autoridad religiosa, el rey era conferido de la autoridad militar y judicial suprema mediante el uso del imperium. El imperium del rey era vitalicio y siempre lo protegía de ser llevado a juicio por sus acciones. Al ser el único dueño del imperium de Roma en esta época, el rey poseía autoridad militar indiscutible como comandante en jefe de todas las legiones romanas.
Bajo el gobierno de los reyes, el Senado y la Asamblea de la Curia tenían poco poder y autoridad. No eran instituciones independientes, sólo podían reunirse, y de forma conjunta, por orden del rey, y sólo podían discutir los asuntos de estado que el rey había expuesto previamente. Mientras que la Asamblea curiada tenía al menos el poder de aprobar leyes cuando el rey así lo concedía, el Senado era tan sólo un consejo de honor del rey. Podía aconsejar al rey sobre sus actos, pero no darle sus opiniones. La única ocasión en que el rey debía contar expresamente con la aprobación del Senado era en caso de declarar la guerra a una nación extranjera.
República Romana
Tras las caída de la monarquía se instauró en Roma la República "la ley del pueblo", un régimen aristocrático dirigido por unas cuarenta gens; los patricios, los descendientes de las familias más antiguas de Roma desplegaron el poder. Las más importantes instituciones del nuevo régimen fueron el Senado, las magistraturas y los Comicios.
El Senado era uno de los pilares de la República, era el órgano político que exigía responsabilidades a los cónsules. Originalmente el Senado estaba constituido sólo por patricios, pero a partir de la Lex Ovinia, se permitió que los plebeyos pudieran formar parte del mismo. La auctoritas del Senado daba validez a los acuerdos tomados en las asambleas populares.
La Magistratura era un cargo original de la República. La jefatura que tenía el monarca fue sustituida por dos magistrados colegiados y temporales llamados cónsules a los que se les podía exigir responsabilidad por su tarea de gobierno. Cada magistrado podía vetar al otro, lo que se conocía como intercessio.
También durante la República aparecieron las asambleas populares, llamadas Comitia Centuriata. Nacieron por necesidades militares, en íntima conexión con la expansión de la ciudad y con la llegada a Roma de un nuevo concepto de táctica militar. Mientras que en la época monárquica, el ejército estaba integrado por miembros de las gens, en la República el ejército pasó a ser un sistema dependiente de la riqueza de cada sujeto.
Imperio Romano
Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que rápidamente fueron difíciles de gobernar por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Además, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer autoridad sobre las tropas, de cara a obtener créditos políticos. Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder. Este fue el caso de Julio César, quien no sólo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió por vez primera la autoridad del Senado romano.
El Imperio Romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República romana. Él fue, el primer hombre que se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar Dictador. Tal osadía no agradó a los miembros del Senado romano, que conspiraron contra él asesinándolo.
Augusto afirmó el poder imperial con trascendentes reformas y una unidad política y cultural centrada en los países mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano, quien trató de salvar un imperio que caía hacia el abismo. Fue éste último quien dividió el imperio para facilitar su gestión. El imperio se volvió a unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y repartos entre herederos al trono.
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